Normalmente los matemáticos procuran reducir todo proceso a su mínima expresión, siempre viven pendientes de encontrar el camino más corto para resolver problemas, sacan provecho del fracaso de abreviar algún proceso y obtienen resultados espectaculares referentes a la misma u otra temática relacionada con el ítem del fracaso, lo antes afirmado se evidencia en el terreno de los números primos, evidencias que no son de interés mencionar en este comentario ni en el documento objeto del mismo.

El profesor de matemáticas sabe que se puede prescindir de los pares para efectos de listar primos aplicando la criba de Eratóstenes, sin embargo, hace que sus alumnos listen todos los naturales hasta 100 para que obtengan todos los primos menores que la referida cota.

Por experiencia de vieja data el suscripto conoce que muchos estudiantes concluyen que es muy tonto escribir números y luego tacharlos; ellos preguntan si hay alguna forma que evite tachas y el docente responde que se puede listar solo los impares... seguimos en las mismas, murmullan algunos estudiantes.

El profesor, sabedor del silencioso murmullo, no se atreve a disciplinar a los alumnos imponiendo listar primos menores que 1000 aplicando la odiada criba de Eratóstenes, pues hasta los computadores protestan si se les impone listar primos menores que algún N que rebase sus capacidades.

Un alumno manifestó al profesor que lo de escribir números y luego tacharlos es trabajo de los muy tontos, el docente se sintió ofendido y castigó al chico obligándolo a listar los primos menores que 500. El chico hizo la tarea sin usar tachaduras y entregando un pedazo de cartón con solo los primos 2, 3 y 5, el maestro enfureció y exigió la presencia del acudiente frente a lo que consideró otro irrespeto.

Al alumno, en reunión con acudiente, le correspondió probar que no había ofendido al profesor, recibió el cartón, mágicamente aparecieron los primos menores que 500... y cero tachaduras porque criminal encerrado ordena a los suyos hacerse invisibles, al profesor le tocó tragarse todo lo dicho contra el estudiante.

¡Bienvenido al cambio cribático!

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